A la pregunta de ¿cómo generar campos afectivos que posibiliten aumento de potencia creativa singular colectiva?
Pensamos que para que ellos se den, el tiempo vivido como lo vivimos, acelerados, no nos permiten sentir, imaginar, producir y transmitir capacidades que sí tenemos, que no son lo suficientemente aprovechados.
Junto con la capacidad de observación, contemplación y reflexión crítica, sin fundamentalismos dogmáticos, políticos, éticos que no nos permiten ver, se puede alcanzar el propósito.
Hemos caído en un cierto letargo del pensamiento, se busca el consenso permanente de posturas aceptadas, que no provoquen frustración por el rechazo. Es más fácil sentirse aceptado que cuestionado, y en ese estado de cosas la creación de nuevos escenarios no se produce.
La razón parece ejercer el mandato, somos un animal racional. Dejamos que el pensamiento vaya en correspondencia con la voz ejercida desde fuera de nuestro ser interior. Debemos encajar en el molde si queremos ser reconocidos. Las fórmulas se vuelven a establecer. La voz inicial nos convierte en eco.
Si dejamos de pensar dejamos de crear. Los procesos de experimentación y vivencia, son los lugares de trabajo, de trabajo permanente. Es allí donde se da el encuentro con la creación de nuevos pensamientos, despojados de los ya conocidos, llenos de dudas, de nacimientos y muertes, de frustraciones.
Como el alquimista, sigue buscando. Es el proceso, el durante, el que lo mantiene en movimiento, lo modifica y lo eleva. Cuando encuentra se alegra, sin detenerse sigue avanzando, queda mucho por recorrer.
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